Café para zafar
En las últimas semanas, sentada en la cocina de mi casa en estado de observación y sin proponérmelo, comencé a notar entre los diferentes objetos que fui adquiriendo, mis recuerdos de los estados emocionales a la hora de comprarlos. Sin ser puntillosa con el valor económico, ese sólo fue un comienzo, me detuve a notar cuánta cantidad de cosas tenía heredadas, regaladas y algunas, contadas, elegidas tan cuidadosamente por mí. Quizás, el haber abierto esa puerta con los objetos de mi cocina, fue el puntapié para adentrarme a “mi profundidad”, en este caso, emocional. Al principio, lo desestimé, pero con el pasar de los días, algo quedaba resonando. Cuando finalmente, abrí esa puerta y deje de tenerla entreabierta, sentí… Y lo que sentí fue la cantidad de cosas unx va adquiriendo para pasar el rato o como digo “para zafar”. Platos y cubiertos que no son tan lindos pero que cumplen su función; el shampoo y la crema que no nos deja tan brillante el cabello pero zafa;